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Historia del Instituto Cervantes

El IES Cervantes es el sucesor del primitivo Instituto Local Femenino Infanta Beatriz, creado por Real Decreto en 1929, durante la dictadura de Primo de Rivera, con el fin de aumentar el escaso número de centros oficiales de Enseñanza Secundaria existentes en Madrid, reducidos a los dos tradicionales de San Isidro y del Cardenal Cisneros y el más reciente Instituto-Escuela. Se instaló en un palacete situado en la calle Zurbano, número 14. Este centro favoreció la incorporación de las mujeres de clase media a la Enseñanza Secundaria Oficial de Madrid.
El IES Cervantes actual está situado en la plaza de Embajadores de Madrid (la entrada principal se encuentra en el número 70 de la misma calle), enfrente de la Real Fábrica de Tabacos. A partir de la fachada principal una artística verja rodea la finca, colindante con la calle Embajadores, la glorieta de Embajadores y la Ronda de Toledo. A través de la misma se pueden observar desde el exterior amplias zonas arboladas junto a campos de juegos y deportes.

Desde sus comienzos, la Enseñanza Secundaria tuvo un marcado carácter clasista y estuvo dirigida a un alumnado masculino. La discriminación social femenina en el siglo XIX llegaba al extremo de considerar que las mujeres tenían menor capacidad intelectual que los hombres, lo que les impedía acceder al segundo nivel de enseñanza. Los escasos argumentos que, en materia educativa, defendían el acceso de la mujer a la educación estaban basados en el beneficio que aportaría a la familia como esposa o como madre portadora de una cultura que inculcar a sus hijos, o facilitar una formación que permitiera a mujeres solteras o viudas ganarse la vida. No obstante, algunas figuras relevantes del momento, como Concepción Arenal y los representantes de la Institución Libre de Enseñanza, defendían la igualdad educativa de ambos sexos.
A finales del siglo XIX, el desarrollo industrial y el progreso técnico requieren mano de obra femenina cualificada, permitiendo a la mujer integrarse en el mundo del trabajo. Esta nueva proyección social de la mujer dio lugar a un incremento de la demanda de solicitudes de mujeres de clase media para acceder a la Enseñanza Secundaria. No obstante, el acceso de las mujeres a los institutos oficiales no se permitió hasta la Real Orden del 11 de junio de 1888, aunque era la dirección del centro quien debía estudiar cada caso y decidir su admisión, lo que suponía dificultades y retrasos de tramitación. Por esta razón, la mayoría de las jóvenes optaban por la enseñanza libre, preparándose en centros privados o con profesores particulares.
A comienzos del siglo XX, sigue en aumento el número de mujeres que demandan la Enseñanza Secundaria en los centros oficiales; sin embargo, el libre acceso femenino no se producirá hasta la Real Orden de 8 de marzo de 1910, gracias a la labor política del Conde de Romanones, hombre liberal que ocupaba la cartera de Instrucción Pública en esos momentos y fiel defensor de la Enseñanza oficial y la coeducación. Este cambio permitió el acceso de las mujeres a los institutos, sin necesidad de consultar a la dirección sobre su admisión. Desde entonces, con el paso de los años, se producirá un significativo aumento de mujeres en los institutos madrileños (Cardenal Cisneros, San Isidro e Instituto-Escuela), aunque con escasa presencia en las aulas, debido a la falta de espacio y a las dificultades de la coeducación. Era palpable la escasa convivencia entre alumnos de ambos sexos y la limitada aceptación de hombres y mujeres por igual. Las alumnas no gozaban del beneplácito de algunos profesores, eran colocadas en bancos separados de los jóvenes, a pesar de que eran muy responsables y obtenían muy buenos resultados. Sin embargo, se las trataba, en muchos casos, de forma peyorativa y se propiciaba el distanciamiento de sus compañeros.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera, el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Eduardo Callejo de la Cuesta, elabora un nuevo plan de estudios que se aprueba por el Real Decreto del 25 de agosto de 1926, que dividía el Bachillerato en Elemental y Universitario, enlazados respectivamente con la Enseñanza Primaria y con la Universitaria. En estos momentos, la enseñanza secundaria estaba dirigida a las clases altas, pero también a las medias, muy interesadas en estos estudios, motivando especialmente a las mujeres e incrementándose la demanda femenina.
La escasa financiación de la Enseñanza Secundaria Oficial en esta época, unida a la insuficiencia de los centros públicos para acoger a todos los alumnos que deseaban matricularse, dio lugar por Real Decreto de 7 de mayo de 1928, a la creación de los Institutos Locales, con el fin de difundir los estudios de Bachillerato Elemental por toda la nación y de ponerlos al alcance de todos. Los gastos serían compartidos por los Ayuntamientos, las Diputaciones Provinciales y el Estado. La ideología conservadora de la época unida al problema de la coeducación en las aulas propició el desarrollo de una política tendente a la separación de sexos, que dio lugar a la creación de centros femeninos, así, los alumnos y alumnas ocupaban espacios diferentes y si compartían el mismo local, lo hacían a distintas horas. No obstante, se respetó la educación mixta en los Institutos de Enseñanza Secundaria que existían en el momento.
Las sedes del Instituto Cervantes
El instituto ha tenido a lo largo de su historia cuatro sedes en Madrid. En agosto de 1929, el alcalde, mediante un escrito, le comunicó al Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes la insuficiencia de los Institutos de Madrid para acoger a todos los alumnos que solicitaban matricularse y la necesidad de crear nuevos centros. El Ministro, mediante Real Decreto de 14 de noviembre de 1929, creó los dos primeros Institutos Locales Femeninos de España, que recibieron los nombres de las dos hijas de Alfonso XIII, Infanta Beatriz e Infanta Cristina, que se ubicaron en Madrid y Barcelona, respectivamente.
El Instituto Local Femenino Infanta Beatriz, se instaló en un palacete de tres plantas y sótano, situado en un barrio aristocrático, en la calle Zurbano, número 14, propiedad de doña Ana de Osma y Zavala, condesa viuda de Casa-Valencia, en régimen de alquiler pagado por el Ayuntamiento. Las alumnas solo podían realizar los estudios del Bachillerato Elemental. En cuanto a la selección del profesorado, aunque era mixto, tenían preferencia las aspirantes femeninas. La creación de este novedoso centro, esencialmente femenino, poco dotado de libros, material de laboratorio y con un profesorado cambiante de carácter interino; sin embargo, tuvo dos aspectos positivos: por un lado, favoreció el acceso de las mujeres de clase media a la enseñanza secundaria (por primera vez, durante el curso 1930-1931, el número de alumnas oficiales en Madrid superó al de las libres) y, por otro, fue la semilla que dio lugar al nacimiento de un centro de gran prestigio como es el Cervantes.
En 1930, el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Elías Tormo y Monzó, dispuso, mediante Real Decreto de 2 de octubre de 1930, la conversión de los Institutos Locales en Nacionales. El Instituto Local Infanta Beatriz, se transformó en Instituto Nacional Infanta Beatriz, pudiendo impartir el Bachillerato Elemental y el Universitario. El centro siguió siendo femenino. El claustro estaba formado mayoritariamente por catedráticas, a diferencia de los institutos Cardenal Cisneros, con un profesorado totalmente masculino y San Isidro con solo el 3,5% del profesorado femenino. Solo el Instituto-Escuela tenía un número equivalente de profesores de ambos sexos.
En 1931, durante la Segunda República, siendo presidente Niceto Alcalá-Zamora, y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo Sanjuán, se llevaron a cabo reformas educativas, con el fin de establecer en todos los centros la educación mixta y evitar la discriminación sexista. Esto supuso la desaparición de los dos Institutos Femeninos. Pero, aunque se implantó la coeducación, la mayor parte del alumnado, continuando la tradición de los dos cursos anteriores, siguió siendo femenino. A petición del claustro, se permitió cambiar el nombre del Instituto Nacional Infanta Beatriz por el de Cervantes, pues ni el nombre ni el ideario educativo eran apropiados para la nueva etapa que comenzaba España.
El elevado nivel de la enseñanza impartida derivó en un gran reconocimiento público que se tradujo en numerosas solicitudes de inscripción que no se podían atender por lo reducido del local.

En 1934, ante el incremento de matrícula, el instituto Cervantes se trasladó a otro palacete alquilado en la calle Prim, número 3, perteneciente a los herederos de doña Rosalia Drake de la Cerda, condesa de Villar. El edificio constaba de tres plantas y sótano y estaba rodeado de jardín. Fue la segunda sede del Instituto Cervantes hasta 1950. Después, la casa fue vendida y quedó abandonada hasta que en 1962, se llevó a cabo su demolición para construir la Sede Central de la Organización Nacional de Ciegos.
El Instituto Cervantes se caracterizó por la preparación científica y docente de los catedráticos que componían su claustro. Solamente eran seleccionados los que hubieran obtenido en las oposiciones correspondientes los números 1 y 2. También se caracterizó por ser una institución docente que brindaba un ejemplo de pluralismo ideológico basado en el respeto, en la cooperación y el diálogo. Dos ex-alumnos de este Instituto, prueba de ello fueron: el presidente del gobierno D. Leopoldo Calvo Sotelo y el alcalde de Madrid, D. Enrique Tierno Galván; dos personalidades con posiciones ideológicas muy diferentes, pero coincidentes en la predisposición al diálogo y a la convivencia social y política en libertad.
En el curso 1935-1936, compartieron claustro en esta sede, los catedráticos, D. Antonio Machado (de francés), Dña. María Zambrano (de filosofía), D. Timoteo Pérez Rubio (de dibujo) y D. Rafael Penagos (como profesor especial de dibujo), entre otros. Durante la Guerra Civil, fueron suspendidas las clases y el centro fue utilizado como cuartel y sufrió dos bombardeos, por su inmediata cercanía al Ministerio del Ejército. En 1938, se encomendó a la Liga Nacional de Mutilados de Guerra la reparación de los daños causados por la ocupación y por las bombas. Este fue el último destino de D. Antonio Machado, pues en 1941, la Comisión Depuradora de Madrid, acordó por unanimidad proponer la separación definitiva del servicio, con la pérdida de todos sus derechos pasivos, a efectos puramente ideológicos, ya que el poeta murió el 22 de febrero de 1939, en Colliure (Francia). Al mismo tiempo, por disposición superior, desaparecieron los centros de carácter mixto y el Instituto Cervantes se convirtió en instituto exclusivamente masculino, y uno de los siete que únicamente subsistieron en Madrid en esa época. En este lugar estuvo hasta 1950.
En 1950, el instituto Cervantes se trasladó al edificio adquirido por el Estado, que había pertenecido al Colegio Alemán de Madrid, situado en la calle Fortuny número 15, fundado por la colonia de este país en 1910 y confiscado por las potencias vencedoras al acabar la Segunda Guerra Mundial en 1945. De su paso por este lugar, instalado con la meticulosidad germánica, se conservan una magnífica maqueta de un acorazado de guerra alemán, abundante material científico y parte de la biblioteca. Cuando se constituyó la República Federal de Alemania y se establecieron relaciones diplomáticas con España, los alemanes exigieron su devolución y hubo que buscar una nueva sede.
En 1958, quedó libre la Escuela de Veterinaria, situada en la calle Embajadores, número 70, al trasladarse por petición de sus profesores y alumnos a la Ciudad Universitaria con el resto de facultades. Por este motivo, el Ministerio de Educación otorgó el inmueble al Instituto Cervantes, aunque su ocupación no fue posible hasta 1960, debido a la necesidad de realizar obras de adaptación y acondicionamiento.
En 1960, comenzó el primer curso en el actual y definitivo emplazamiento, más popular y tradicional y en parte industrial, pues detrás del instituto se hallaba el barrio de Embajadores; muy cerca, el de Lavapiés y al lado, el Rastro. Esta nueva sede supuso el abandono de los barrios aristocráticos, aunque hay que advertir, que gran parte del alumnado que asistía a los institutos de estas zonas señoriales no pertenecía al entorno, sino que provenía de familias modestas que vivían en barrios más alejados. Los jóvenes de estos sectores solían estudiar en acreditados colegios particulares.
Desde 1960, fecha de inauguración de la nueva sede, el centro ha vivido una larga y fructífera vida académica. La especulación inmobiliaria ha provocado un notable cambio en el barrio, sustituyendo los viejos caseríos por casas nuevas y modernas, dando lugar a una completa transformación urbana, social y cultural. El curso 1981- 1982 tuvo como novedad el hecho de que el instituto Cervantes, a petición del claustro, fuera convertido en mixto. El 12 de diciembre de 1981 del mismo curso, el claustro acordó por unanimidad pedir a las autoridades competentes la rehabilitación de D. Antonio Machado y su reincorporación al escalafón de Catedráticos de Instituto, el ministro de Educación y Ciencia, D. Federico Mayor Zaragoza dictó de inmediato una Orden Ministerial que confirmaba la incorporación del poeta al Cuerpo de Catedráticos, así como la anulación del expediente de depuración y todas sus consecuencias.
En 1991 se procedió a una completa remodelación interior del instituto manteniendo sus características arquitectónicas originales, al estar considerado parte del Patrimonio Histórico-Artístico de Madrid. Con tan larga vida el instituto ha tenido entre sus profesores y alumnos a importantes figuras de la vida cultural española dedicados a todo tipo de actividades: políticas, deportivas, artísticas, científicas y literarias.

Bibliografía
Instituto de Bachillerato Cervantes. Miscelánea en su cincuentenario (1931-1981), Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

Revista Complutense de Educación, ISSN 1130-2496, Vol.12, Nº 2. (Ejemplar dedicado a: La educación en la sociedad del conocimiento).

Catalina Bernal
 



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