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Esqueletos

 

La adaptación de los cocodrilos al medio acuático resulta evidente al observar el emplazamiento de los órganos de los sentidos en la cabeza del animal. Oídos, ojos y narinas se alinean en la parte alta del cráneo, disposición que les permite mantener la práctica totalidad del cuerpo sumergida mientras acechan a sus presas sin ser vistos. Los numerosos dientes de forma cónica sirven para aferrar con fuerza el cuerpo de sus víctimas. Sin embargo, la rigidez anatómica de la articulación entre el cráneo y la mandíbula impide el desplazamiento lateral de esta última y, por tanto, la masticación. Para poder alimentarse, el cocodrilo debe girar bruscamente su cuerpo bajo el agua para arrancar los pedazos de carne que son literalmente engullidos.
 

 

 Una de las características anatómicas que identifican al grupo de los primates es su capacidad para asir objetos entre los dedos de las manos y de los pies, aunque esta última habilidad se encuentre muy limitada en los humanos. Además, los miembros anteriores pueden girar sobre si mismos de dentro a fuera para ofrecer la palma de la mano, movimiento llamado de supinación, o de fuera a dentro para mostrar el dorso, desplazamiento que en este caso se llama de pronación. El gran desarrollo de las órbitas oculares junto que el fuerte crecimiento de la bóveda craneana, asociado al considerable desarrollo del cerebro en este grupo, son los dos rasgos más sobresalientes del cráneo de estos mamíferos.

 

 

Tradicionalmente, los esqueletos de la mayoría de las aves se montan sobre perchas de madera más o menos elaboradas, como si el animal se encontrara posado sobre una rama o cualquier otro tipo de soporte. La transformación de los miembros anteriores en alas, propia de este grupo de vertebrados, no implica necesariamente capacidad para volar. Algunos grupos, como el de los avestruces y ñandúes, son totalmente incapaces de hacerlo y poseen alas rudimentarias de escasa funcionalidad. En el caso de los pingüinos, los miembros anteriores están adaptados al buceo y más bien se deberían denominar “aletas” o “paletas natatorias”. Excepciones aparte, la inmensa mayoría de las especies de aves son capaces de desarrollar un vuelo controlado y sostenido, gracias a la acción de una potente musculatura que se inserta en un esternón modificado. Esta pieza ósea, bien visible en la foto, adquiere la forma de una quilla de barco para aumentar la superficie de inserción.

 

 

 

Autor: Santiago Aragón



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